miércoles, 18 de julio de 2012

Arena y sal (IV)

Esa noche no recuerdo lo que soñé, mi mente se estaba completamente en blanco al despertar. Me desperté sobresaltado, bañado en sudor, con la respiración acelerada. Seguía siendo de noche y la tormenta aun continuaba iluminando con sus relámpagos la oscuridad. Me senté durante un segundo intentando recuperar un poco la calma; decidí refrescarme con agua fría, pero en mi camino noté algo extraño: los truenos y la lluvia se escuchaban más claramente de lo que debieran. Me concentré durante un momento para descubrir si eran imaginaciones mías o no, y conseguí percibir que todo parecía proceder de mi habitación, donde ella dormía.

Dude en acercarme a ver cual podría ser la razón de porque se escuchaba la tormenta como si se estuviera en el exterior, pero cuando me fui acercando pude ver lo que me pareció una sombra moverse en la habitación. Un poco más confiado me acerqué, debido a que ella podía estar despierta y así no parecería un pervertido, pero una sorpresa no muy grata me esperaba dentro de mi dormitorio.

Las cortinas ondeaban a merced del viento tormentoso que entraba por el ventanal abierto, los truenos resonaban entre las paredes y la lluvia bañaba el suelo. La cama estaba vacía, al igual que el resto de la habitación, no había nadie, ella no estaba por ningún lado. Me asusté, no voy a mentir; corrí hacia la ventana y salí al exterior, empapándome bajo la lluvia miré a todos lados intentando buscarla, pero ¿hace cuanto se habría ido? ¿por qué se había ido? ¿por qué no me dijo nada?. Demasiadas preguntas estaban haciendo que mi preocupación y miedo aumentara.Salí sin pensar de la casa y me puse a correr como loco por las calles, por la playa, por todos lados.

No recuerdo cuanto tiempo estuve deambulando, pero el cansancio empezó a hacer mella. Me arrodillé en la arena y me desvanecí.

¿Dónde estas? ¿Por qué te has ido de mi lado? Preguntas sin respuesta en mi cabeza...

0 comentarios: