miércoles, 18 de julio de 2012

Arena y sal (IV)

Esa noche no recuerdo lo que soñé, mi mente se estaba completamente en blanco al despertar. Me desperté sobresaltado, bañado en sudor, con la respiración acelerada. Seguía siendo de noche y la tormenta aun continuaba iluminando con sus relámpagos la oscuridad. Me senté durante un segundo intentando recuperar un poco la calma; decidí refrescarme con agua fría, pero en mi camino noté algo extraño: los truenos y la lluvia se escuchaban más claramente de lo que debieran. Me concentré durante un momento para descubrir si eran imaginaciones mías o no, y conseguí percibir que todo parecía proceder de mi habitación, donde ella dormía.

Dude en acercarme a ver cual podría ser la razón de porque se escuchaba la tormenta como si se estuviera en el exterior, pero cuando me fui acercando pude ver lo que me pareció una sombra moverse en la habitación. Un poco más confiado me acerqué, debido a que ella podía estar despierta y así no parecería un pervertido, pero una sorpresa no muy grata me esperaba dentro de mi dormitorio.

Las cortinas ondeaban a merced del viento tormentoso que entraba por el ventanal abierto, los truenos resonaban entre las paredes y la lluvia bañaba el suelo. La cama estaba vacía, al igual que el resto de la habitación, no había nadie, ella no estaba por ningún lado. Me asusté, no voy a mentir; corrí hacia la ventana y salí al exterior, empapándome bajo la lluvia miré a todos lados intentando buscarla, pero ¿hace cuanto se habría ido? ¿por qué se había ido? ¿por qué no me dijo nada?. Demasiadas preguntas estaban haciendo que mi preocupación y miedo aumentara.Salí sin pensar de la casa y me puse a correr como loco por las calles, por la playa, por todos lados.

No recuerdo cuanto tiempo estuve deambulando, pero el cansancio empezó a hacer mella. Me arrodillé en la arena y me desvanecí.

¿Dónde estas? ¿Por qué te has ido de mi lado? Preguntas sin respuesta en mi cabeza...

sábado, 14 de julio de 2012

Arena y sal (III)

Las notas musicales vuelan en el aire, su voz inunda la atmósfera, sus dedos recorren las cuerdas de la guitarra. Una imagen difícil de igualar.
Ella se da cuenta de que la estoy observando y me pide perdón por usar la guitarra sin permiso.
-No te preocupes, no hay porque disculparse. Tocas y cantas muy bien- Respondo. -Sigue tocando si es lo que quieres, yo solo me sentaré a escucharte-
Y así lo hizo, de nuevo los acordes volvieron a sonar y su voz llenó toda mi casa. Yo no podía apartar mi mirada de ella, de su rostro que mostraba todo el sentimiento de cada canción, de su cuerpo transmitiendo toda la fuerza de cada melodía.
Con cada mirada que cruzábamos la deseaba aun más, quería estrecharla entre mis brazos y no dejar que se fuera. Pero no sabía nada de ella, ¿cómo era eso posible? Quería conocerla, saber todo de ella y que ella me conociera. ¿Desde cuando había aflorado estos sentimientos? Nunca había sido tan impulsivo, ¿qué ha cambiado?

Mientras me perdía en mis pensamientos no me di cuenta que ella había dejado de tocar y me miraba fijamente. Sorprendido, pregunté si ocurría algo pero ella negó con la cabeza sin perder la sonrisa y me dijo: -¿Puedo preguntarte algo?-
Y ese fue el comienzo de una conversación que se alargo en el tiempo llevándonos a perder la noción de los minutos y las horas, donde poco a poco nos fuimos conociendo el uno al otro y donde no importaba nada más que nosotros. Nos olvidamos del hambre y la sed.
Tan absortos nos encontrábamos en nuestra conversación que ni siquiera nos fijamos que la lluvia empezó a caer en el exterior y que los relámpagos iluminaban la habitación.

La noche cayó y poco a poco el cansancio se nos iba notando. Así que preferimos continuar con la conversación tras descansar. Amablemente le ofrecí dormir en mi cama, mientras yo descansaría en el sofá sin problemas.
Se despidió en dirección a mi habitación con la misma sonrisa que había tenido en todo el día y yo deseé poder acompañarla durante la noche, poder abrazarla y mirar su rostro mientras duerme. Algún día, pensé. 

Que pensamiento tan ingenuo...

lunes, 9 de julio de 2012

Arena y sal (II)

Silencio al subir las escaleras, el mismo silencio que me acompañó por la playa mientras caminaba junto a ella, pero para nada un silencio incómodo.
-Bienvenida a mi humilde hogar- Le digo mientras cruzamos la puerta.-Siéntete como en tu casa-
Ella sonríe y observa tranquilamente a su alrededor. Le ofrezco tomar asiento en el sofá y al sentarse me doy cuenta de que no lleva calzado y que su vestido blanco presenta unas extrañas manchas. Como si me estuviera leyendo la mente, me mira y pregunta: -¿Podría usar tu baño y darme una ducha?-
-Claro, te preparé algo de ropa para que puedas cambiarte- Contesto mientras voy a mi habitación a buscar algún pijama que pueda servirle.
Cuando por fin encuentro algo que dejarle le indico donde puede ducharse y que no se preocupe, que le preparé un té para que se lo tome al salir.

Oigo el agua correr, la leche se calienta y yo me pregunto qué estoy haciendo, llevando a una desconocida a mi casa y tratándola como si fuera una amiga de toda la vida. ¿Y cómo una persona puede aceptar la invitación de un desconocido de forma tan natural? Todo es demasiado extraño, pero al mismo tiempo no me siento incómodo, sino al contrario, estoy tranquilo, es como si la conociera de siempre.

El té está preparado, lo llevo a la mesa cerca del sofá para que pueda tomárselo relajadamente cuando ella aparece tras la puerta, con el pelo mojado, la cara sonrojada por el calor y llevando un pijama masculino que ciertamente le queda grande; en conjunto, una imagen que no olvidaré en mi vida. Tan impactante fue la sensación que mis dedos se aflojaron y dejaron caer la taza bruscamente en el suelo, derramando su contenido y asustándonos a ambos.
-¿Estás bien?- Pregunta ella mientras se acerca preocupada hacia mí.
-Si, si. No te preocupes, se me ha escurrido. Ahora lo recojo y te traigo otra taza-
Recojo el estropicio que he formado pero no sin preguntarme ¿qué es lo que me está pasando? ¿porqué ejerce tanta influencia en mi esta chica?
Vuelvo a preparar una taza y se la ofrezco mientras ella se sienta en el sofá. -Espero que te guste el té Pakistaní.Verás que te sienta muy bien tras la ducha-
-Muchísimas gracias- Me sonríe mientras toma la taza.
-Voy a darme una ducha yo también. Recuerda, estás en tu casa- Digo mientras me dirijo al baño.

Agua sobre mi cabeza. La ducha, el lugar donde mi mente se aclara y puedo pensar libremente. De nuevo vuelven las mismas preguntas a mi cabeza, además no sabes nada ella, ¿porqué no le dejaste que se presentara? ¿porque no has preguntado nada? ¿en qué estás pensando?
Mientras mi cabeza se abruma entre preguntas algo me hace volver a la realidad, una canción a lo lejos, ¿está cantando? No es solo eso, oigo música, ¿mi guitarra? Termino de ducharme enseguida y la música y su voz se escuchan más claramente, así que soy capaz de reconocer la canción, una canción que tengo grabada en mi corazón ¿cómo puede conocerla? ¿será solo casualidad?
Salgo del baño y me dirijo al salón y allí la encuentro, tocando mi guitarra y cantando de una forma tan dulce que consiguió que unas lágrimas brotaran de mis ojos.

Me quedo mirándola sin decir nada, contemplando su figura mientras escucho su voz...

domingo, 8 de julio de 2012

Arena y sal

Amanece, las olas se convierten en espuma sobre la arena, mis huellas se van borrando a cada paso que doy. Me encanta salir a correr por la playa al amanecer, cuando aún el mundo se encuentra a punto de despertar y puedes contemplar la serenidad del momento. Mientras corro mis ideas se aclaran, puedo pensar lo que me espera en el día y comenzarlo con toda mi energía.
Poco a poco el sol sale tras el horizonte, la señal de terminar el trayecto y volver a casa, pero algo me detiene, veo a pocos pasos una persona sentada en la arena mirando al mar. Me sorprende ver a alguien allí, porque ni siquiera los jóvenes que disfrutan de las fiestas se quedan en esta playa. Me detengo a tomar aire pero sin dejar de mirarla, por su largo pelo y su ropa diría que es una chica y desde esta distancia aparenta un sentimiento de melancolía o tristeza.
Decido acercarme para comprobar que se encuentra bien y al acercarme más puedo distinguir unas lágrimas cayendo por sus mejillas. Eso hace que me preocupe y le hablo: -Perdone mi indiscreción, pero ¿se encuentra usted bien?- Entonces se gira, me mira y su bello rostro atraviesa mi cuerpo como un rayo en plena tormenta. Me contesta, pero no consigo escuchar lo que dice, me encuentro tan ensimismado que pierdo parte de mis sentidos.
Por fin mi mente vuelve a funcionar y puedo escuchar lo que dice: -No se preocupe, de verdad, no es nada-
-Si de verdad no fuera nada no estaría aquí sentada a estas horas llorando- Le contesto. -Si me permitiera ayudarla, estaría encantado de hacerlo. No vivo lejos de aquí, si quisiera podría invitarla a tomar algo caliente en casa, que seguro que le sienta bien-
-Estaría encantada- Contesta ella mientras se seca las lágrimas y me sonríe como nunca nadie lo había hecho antes, con una sonrisa tan dulce y hermosa que ni siquiera una fotografía podría hacerle justicia. -Por cierto, no nos hemos presentado, mi nombre es ...-
-No hace falta que nos presentemos- La interrumpo mientras le tiendo mi mano para ayudarla a levantarse. -De la misma forma que no hace falta que cuentes nada de lo que te ocurre, solo limitémonos a caminar juntos por la playa contemplando el amanecer- Digo mientras le devuelvo la sonrisa.
Ella se ríe y asiente con la cabeza. No podría describiros la felicidad que me inundo al verla y escucharla en esos momentos, representaba la inocencia de una niña pero con la belleza de una mujer.

Ahora el mar borraba más huellas sobre la arena...



lunes, 2 de julio de 2012

Preguntas

Abro los ojos, miro al techo y no lo reconozco de nuevo. Miro a mi alrededor, estoy rodeado de gente de gente que conozco, que me conoce, pero a quien no reconozco es a mi.

...¿Cómo he llegado ahí? ...

Me pongo a recordar y poco a poco veo lo que ha pasado: una noche entre amigos, una fiesta genial, momentos para no olvidar. He disfrutado, no lo puedo negar; de hecho, no quiero que se acaben los momentos así, quiero que sea así para toda la vida, pero nuevamente el golpe de realidad -Esto se ha acabado, no será así siempre, cuando despiertes volverás a la vida de verdad, una vida donde no están, donde tienes que hacer un esfuerzo para conseguir lo que quieres, y donde no eres capaz de dar un misero paso para conseguirlo, un lugar donde no tienes fuerzas y donde solo ves el reloj correr-

...¿Por qué me he vuelto así?...

Antes disfrutaba de mi vida, y si, me apenaba terminar con la fiesta, pero al menos era capaz de afrontar lo que me venía después. Ahora no me reconozco, es como si otro ocupara mi cabeza y me apuñalara cada vez que no hay diversión a mi alrededor.

...¿Qué puedo hacer?...

No soy capaz de levantarme de la cama cuando tengo que hacer algo por obligación, pero cuando se trata de diversión no hay cansancio, ni dolor, solo eso, diversión. Como puedo lidiar con eso, como puedo no hacer caso a ese nuevo yo que ha aparecido y hacer lo que debo cuando estoy tan cerca de terminarlo. No puedo estar continuamente comportándome como un niño, tengo obligaciones que cumplir, pero al mismo tiempo no tengo fuerzas para hacerlas.

...¿Necesito ayuda?...

Casi siempre resolvía mis problemas yo mismo, sin pedir ayuda a los demás, pero ahora creo que eso es inviable. Necesito que me ayuden, pero la ayuda no es fácil de conseguir, la gente no comprende lo difícil que es esa lucha interna y solo repiten hasta la saciedad -Si tienes que hacer algo y no tienes ganas, saca fuerzas y hazlo- o -Para salir si tienes ganas y luego te quedas en la cama tirado todo el día-. Esas cosas no ayudan la verdad, así que a fin de cuentas, estoy solo frente a mis problemas.

...¿Y esto acaba aquí?...

Ojala las cosas se limitaran solo a esto, pero mi cabeza no termina de jugarme malas pasadas, no termina de comprender que no me hacen falta más problemas, sino que lo que quiero son soluciones. Me atormenta allá donde voy, haciéndome ver la felicidad ajena, lo que deseo o a quien deseo. Me recuerda aquellas cosas que no quiero recordar o me introduce visiones en sueños que me hacen sonreír, disfrutar, querer hasta que me despierto y veo que por mucho que las desee no son reales y no tienen porque serlo nunca más. Tener ese tipo de pensamientos me lleva a darle vueltas al porqué vienen a mi, a porqué me atormentan si por mucho que quiera son imágenes irreales con gente a la que nunca tendré alcance.

...¿Qué es lo que quieres?...

Quiero que esto se acabe ya, de una forma u otra, ya sea volviendo a ser quien era o convirtiéndome en alguien nuevo, pero quiero que se acabe esta lucha, esta indecisión. Quiero que se acaben los sueños extraños, centrarme en la realidad y en lo que hay en ella. Y dejar de una maldita vez de buscar algo que no hay.