domingo, 8 de julio de 2012

Arena y sal

Amanece, las olas se convierten en espuma sobre la arena, mis huellas se van borrando a cada paso que doy. Me encanta salir a correr por la playa al amanecer, cuando aún el mundo se encuentra a punto de despertar y puedes contemplar la serenidad del momento. Mientras corro mis ideas se aclaran, puedo pensar lo que me espera en el día y comenzarlo con toda mi energía.
Poco a poco el sol sale tras el horizonte, la señal de terminar el trayecto y volver a casa, pero algo me detiene, veo a pocos pasos una persona sentada en la arena mirando al mar. Me sorprende ver a alguien allí, porque ni siquiera los jóvenes que disfrutan de las fiestas se quedan en esta playa. Me detengo a tomar aire pero sin dejar de mirarla, por su largo pelo y su ropa diría que es una chica y desde esta distancia aparenta un sentimiento de melancolía o tristeza.
Decido acercarme para comprobar que se encuentra bien y al acercarme más puedo distinguir unas lágrimas cayendo por sus mejillas. Eso hace que me preocupe y le hablo: -Perdone mi indiscreción, pero ¿se encuentra usted bien?- Entonces se gira, me mira y su bello rostro atraviesa mi cuerpo como un rayo en plena tormenta. Me contesta, pero no consigo escuchar lo que dice, me encuentro tan ensimismado que pierdo parte de mis sentidos.
Por fin mi mente vuelve a funcionar y puedo escuchar lo que dice: -No se preocupe, de verdad, no es nada-
-Si de verdad no fuera nada no estaría aquí sentada a estas horas llorando- Le contesto. -Si me permitiera ayudarla, estaría encantado de hacerlo. No vivo lejos de aquí, si quisiera podría invitarla a tomar algo caliente en casa, que seguro que le sienta bien-
-Estaría encantada- Contesta ella mientras se seca las lágrimas y me sonríe como nunca nadie lo había hecho antes, con una sonrisa tan dulce y hermosa que ni siquiera una fotografía podría hacerle justicia. -Por cierto, no nos hemos presentado, mi nombre es ...-
-No hace falta que nos presentemos- La interrumpo mientras le tiendo mi mano para ayudarla a levantarse. -De la misma forma que no hace falta que cuentes nada de lo que te ocurre, solo limitémonos a caminar juntos por la playa contemplando el amanecer- Digo mientras le devuelvo la sonrisa.
Ella se ríe y asiente con la cabeza. No podría describiros la felicidad que me inundo al verla y escucharla en esos momentos, representaba la inocencia de una niña pero con la belleza de una mujer.

Ahora el mar borraba más huellas sobre la arena...



2 comentarios:

Unknown dijo...

yo estoy en la playa, desahogando mis penas, tranquila y a gusto, y me viene un tío asi de pesao ( que ademas la invitación ha sido de pervertido) y lo mando freir esparragos.
yo y el 90% de las mujeres XD

Da dijo...

Tu como siempre, troleando cosas XD