lunes, 9 de julio de 2012

Arena y sal (II)

Silencio al subir las escaleras, el mismo silencio que me acompañó por la playa mientras caminaba junto a ella, pero para nada un silencio incómodo.
-Bienvenida a mi humilde hogar- Le digo mientras cruzamos la puerta.-Siéntete como en tu casa-
Ella sonríe y observa tranquilamente a su alrededor. Le ofrezco tomar asiento en el sofá y al sentarse me doy cuenta de que no lleva calzado y que su vestido blanco presenta unas extrañas manchas. Como si me estuviera leyendo la mente, me mira y pregunta: -¿Podría usar tu baño y darme una ducha?-
-Claro, te preparé algo de ropa para que puedas cambiarte- Contesto mientras voy a mi habitación a buscar algún pijama que pueda servirle.
Cuando por fin encuentro algo que dejarle le indico donde puede ducharse y que no se preocupe, que le preparé un té para que se lo tome al salir.

Oigo el agua correr, la leche se calienta y yo me pregunto qué estoy haciendo, llevando a una desconocida a mi casa y tratándola como si fuera una amiga de toda la vida. ¿Y cómo una persona puede aceptar la invitación de un desconocido de forma tan natural? Todo es demasiado extraño, pero al mismo tiempo no me siento incómodo, sino al contrario, estoy tranquilo, es como si la conociera de siempre.

El té está preparado, lo llevo a la mesa cerca del sofá para que pueda tomárselo relajadamente cuando ella aparece tras la puerta, con el pelo mojado, la cara sonrojada por el calor y llevando un pijama masculino que ciertamente le queda grande; en conjunto, una imagen que no olvidaré en mi vida. Tan impactante fue la sensación que mis dedos se aflojaron y dejaron caer la taza bruscamente en el suelo, derramando su contenido y asustándonos a ambos.
-¿Estás bien?- Pregunta ella mientras se acerca preocupada hacia mí.
-Si, si. No te preocupes, se me ha escurrido. Ahora lo recojo y te traigo otra taza-
Recojo el estropicio que he formado pero no sin preguntarme ¿qué es lo que me está pasando? ¿porqué ejerce tanta influencia en mi esta chica?
Vuelvo a preparar una taza y se la ofrezco mientras ella se sienta en el sofá. -Espero que te guste el té Pakistaní.Verás que te sienta muy bien tras la ducha-
-Muchísimas gracias- Me sonríe mientras toma la taza.
-Voy a darme una ducha yo también. Recuerda, estás en tu casa- Digo mientras me dirijo al baño.

Agua sobre mi cabeza. La ducha, el lugar donde mi mente se aclara y puedo pensar libremente. De nuevo vuelven las mismas preguntas a mi cabeza, además no sabes nada ella, ¿porqué no le dejaste que se presentara? ¿porque no has preguntado nada? ¿en qué estás pensando?
Mientras mi cabeza se abruma entre preguntas algo me hace volver a la realidad, una canción a lo lejos, ¿está cantando? No es solo eso, oigo música, ¿mi guitarra? Termino de ducharme enseguida y la música y su voz se escuchan más claramente, así que soy capaz de reconocer la canción, una canción que tengo grabada en mi corazón ¿cómo puede conocerla? ¿será solo casualidad?
Salgo del baño y me dirijo al salón y allí la encuentro, tocando mi guitarra y cantando de una forma tan dulce que consiguió que unas lágrimas brotaran de mis ojos.

Me quedo mirándola sin decir nada, contemplando su figura mientras escucho su voz...

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