miércoles, 15 de febrero de 2012

Despertar

Abro los ojos, un techo blanco. Miro a mí alrededor, las paredes, los muebles, todo está en su sitio.
Intento moverme, mis músculos no me responden. Mis manos tiemblan y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
Lucho por moverme, tengo que moverme, pero por más que mi mente manda las órdenes, mi cuerpo no responde. Agobio, miedo, eso es lo que siento.
Comienzo a desistir, el esfuerzo es tan grande que mi mente se cansa, mis ojos vuelven a cerrarse, mi mente se nubla y piensa "Lo intentaré de nuevo más tarde".

Nuevamente me despierto, no sé cuánto tiempo ha pasado. El temblor ha cesado, pero el escalofrío continúa desde dentro de mis propios huesos. Ahora sí, mi cuerpo reacciona y puedo moverme. A duras penas me levanto y me doy cuenta de que otra mañana se ha perdido y no podré recuperarla.

Me encamino al baño, me miro al espejo y no me reconozco. No reconozco a esa persona reflejada, no reconozco sus hábitos, ni su fuerza. Siento como si hubiera perdido mi identidad, mi vida.

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