lunes, 26 de octubre de 2009

Halloween


Me encontraba placidamente caminando a la luz de la luna por mi iluminada avenida, disfrutando de la tranquilidad de las altas horas de la noche, ya que mi insomnio preexámenes no me permite disfrutar del abrazo de Morfeo.

Hacia un tiempo estupendo, un cielo totalmente despejado que permitía disfrutar de las pocas estrellas que en la ciudad se pueden observar; la luna llena brillaba con todo su esplendor y una pequeña brisa fresca corría entre los edificios. Mientras mis pies avanzaban, recorría con la mirada el barrio donde había criado, recordando mi niñez y todos aquellos momentos en los que lo único que me preocupaba era ser el mejor jugando con mis amigos.

Entre recuerdo y recuerdo me percate de que ya me había alejado demasiado de casa así que decidí volver para aprovechar los momentos antes de la mañana para ordenar los estudios y papeles; pero en mi camino de regreso notaba que algo no iba bien del todo, la temperatura bajo tanto que de repente mis pulmones se helaron con el aire frío, y la luna antes brillante, presentaba frente a ella una pequeña esfera de color rojo sangre.

Tantos cambios tan repentinos y extraños hicieron que mi corazón se acelerase y que mi mente, que se encontraba tranquila, entrara en un estado de nerviosismo que no era capaz de controlar.

Así que aterrado por aquello aceleré mi paso de regreso a casa, pero ahí no quedaron todas las sorpresas, porque mientras andaba velozmente las farolas de luz tras de mi se iban apagando sucesivamente, como si a mi paso por ellas provocara un corte de electricidad.

Eso me aterro aún más, así que sin pensarlo comencé a correr hacia casa, dejando tras de mi una calle totalmente a oscuras, cuando no disponía a girar en la esquina que finalmente me permitiría volver a mi edificio y a mi habitación, una extraña voz que tarareaba una melodía me paró en seco; la voz se acercaba cada vez más, su tono sibilante me ponía la carne de gallina, no sabia que hacer. Los fenómenos que habían ocurrido me habían adentrado en un estado de nerviosismo y temor muy grande, de tal magnitud que no me fiaría de mi propia sombra si fuera capaz de verla.

Mire hacia un lado y hacia otro buscando algo que me pudiera ayudar, hasta que me fijé en la entrada hacia un sótano de un edificio vecino; corrí hasta allí y me refugié en su interior, sin perder nunca de vista la procedencia de la extraña voz, el otro lado de la esquina, donde al parecer las farolas continuaban funcionando.

La voz comenzó a acercarse cada vez más, sabia que dentro de poco conocería su procedencia, desde mi interior deseaba que fuera otra persona que padeciera insomnio y que para distraerse tarareara en medio de la calle. Se encontraba ya tan cerca que fui capaz de distinguir que por el tono pertenecería a una chica, de unos 12 años, pero pensé que ningún niño estaría andando por la calle y menos cantando.

Seguí acurrucado en el mismo sitio sin perder nunca de vista la procedencia de la voz, noté como cruzó la esquina, y como sin inmutarse siguió andando como si no le importara que las farolas estuvieran apagadas; la curiosidad supero al miedo, así que decidí asomarme poco a poco, pensando en descubrir quien era el que cantaba.

Muy despacio, deslice la mirada por encima del hueco donde me encontraba hasta la altura de la acera de la calle, mire hacia ambos lados de la avenida, buscando la procedencia de la voz, sin haberme percatado de que había cesado nada mas asomarme.

Me aterré, pero no quedó ahí la cosa, la voz comenzó de nuevo a cantar, pero esta vez era más clara y concisa, la notaba tan cerca, que mire bajo los coches por si era capaz de distinguir la figura de unos pies en la oscuridad de la calle, pero sin éxito. La voz se acercaba más y más, entonces fui capaz de distinguir la letra de la canción:

- La luna me ilumina, mientras paseo en la noche, las almas dormidas, despiertan con mi canción, me siguen hasta la perdición. -

La letra de la canción me dejo perplejo, un escalofrío recorrió mi piel; si hubiera sido cualquier otro momento no le habría dado menor importancia, pero después de lo que había ocurrido, hasta mis propios pensamientos eran capaces de asustarme. Parecía que me encontraba en una película de terror de serie B, como si todo fuera ficción, pero yo lo estaba viviendo, y era peor que estar andando por un viejo hospital abandonado una noche de tormenta.

Seguí buscando la procedencia de la voz, pero era como si el propio aire fuera el que cantara, como si aprovechara el silencio y la oscuridad para despertar su verdadero yo; pero eso no era posible, nada era lógico, me encontraba tan aterrado que ya no era capaz de pensar con claridad, ya veía fantasmas donde seguramente solo habría una serie de casualidades.

De repente, me saco de mis delirios el sonido del móvil, no recordaba que lo llevara encima; intente sacarlo con rapidez, pero mis manos temblorosas no hacían mas que entorpecer tan fácil acción. Finalmente conseguí sacarlo del bolsillo, pero con la tensión del momento no me había dado cuenta de una cosa importante, la melodía, no era la acostumbrada que sonaba al recibir llamada, pero eso no quería decir que no la reconociera, me era muy familiar pero no sabia de que la recordaba, hasta que de repente la melodía del móvil se emparejo con la voz que cantaba en la oscuridad de la noche. ¡No podía creerlo! En ese momento mi mente se quedo bloqueada, no fui capaz de reaccionar, seguía escuchando las dos canciones al mismo tiempo, como si fuera un coro, yo quería ver la procedencia de la llamada, pero mi cuerpo aterrorizado no reaccionaba ante mis ordenes.

La melodía seguía sonando, como si la llamada no tuviera fin; después de respirar muy hondo, conseguir mover con dificultad el brazo hasta acercar el teléfono hasta donde fuera capaz de ver de quien era la llamada, no obtuve mucha información, cosa que realmente no me sorprendió dadas las circunstancias, ya que la procedencia de la llamada era un número privado. Dudaba si contestar a la llamada o no, pero al parecer quien llamaba no descansaría hasta que contestara; así que me armé de valor, acerque el teléfono a mi oreja y pulse con temor el botón para contestar la llamada, el silencio se hizo en la avenida, no se escuchaba nada, incluso la voz que cantaba había decidido dejar de cantar. - ¿Si? - dije con una voz temblorosa, pero nada contestó; esperé unos segundos, pero siguió sin escucharse nada, así que colgué.

En cuanto terminé de retirar el dedo del botón de colgar, una nueva llamada comenzó, me resultó tan repentino que el móvil saltó de mi mano del susto que me llevé, cayó en el suelo y allí siguió sonando; yo ya no sabía que hacer, me acurruque contra la pared sin perder de vista al teléfono. Comencé a decirme a mi mismo que no debería de haber salido a la calle, por mucho insomnio que padeciera, debería haberme quedado en casa viendo una película, leyendo un libro o incluso estudiando un poco más, cualquier cosa menos tener que pasar por lo que estaba pasando, sin saber exactamente lo que ocurría pero con un terror que no consiguen ni los mejores guionistas de Hollywood.

Mientras reflexionaba sobre lo que pasaba, el teléfono no dejaba de sonar, como sino le importara estar esperando a que yo me atreviera a cogerlo, como si estuviera burlando de mi. Decidí que iba a intentar resolver lo que estaba ocurriendo por mi mismo, que no podía quedarme eternamente allí sentado compadeciéndome de lo que me estaba ocurriendo; así que me levanté y agarre en móvil con decisión y conteste a la llamada.

De nuevo se hizo en silencio, pero esta vez si se escuchaba algo a través del teléfono, se sentía la respiración de una persona, pregunte quien se encontraba al otro lado del teléfono, no hubo respuesta durante unos segundos, pero después se escuchó:

- Tu miedo me divierte, el latir acelerado de tu corazón es música para mí y el sudor frío de tu piel es un dulce perfume. -

Mis piernas comenzaron a temblar, una gota de sudor bajo por mi cara, mi corazón se aceleró tanto que parecía que iba a salirse de mi pecho; trague la poca saliva que tenía y conteste aterrado:

- ¿Quién eres? -

La única respuesta que obtuve fue una sonrisa juguetona pero a la vez malévola de una niña, volví a preguntar y esta vez si conseguí que mediara palabra:

- Parece que aún continúas asustado, yo que pensaba que te habías armado de valor para hacerme frente. - y seguidamente volvió a reírse de aquella manera tan terrorífica.

- Eres más duro de lo que pensaba, muchos en este punto se habrían vuelto locos.-

Yo seguía sin saber quien era ni que estaba ocurriendo, así que seguí insistiendo cada vez con más fuerza, pero la niña no decía nada claro, solo repetía una y otra vez que le divertía mucho y volvía a reírse.

Los nervios me estaban devorando y la niña no hacia más que aumentar mi nerviosismo, así que sin darme cuenta le grite:

- ¡Deja de ocultarte y muéstrate si eres tan valiente! -

Inmediatamente después de decir esto, el silencio se hizo nuevamente, y comenzó a escucharse a lo lejos la odiosa risa que cada vez se acercaba más y más, pero no venía de un único punto, sino que parecía como si hubiera más de una chica, como si me encontrara rodeado de las risas que se acercaban poco a poco.

Comencé a mirar a todos lados, dando vueltas sobre mi mismo, intentando ver a la niña, cada vez la risa venia de un punto, y cada vez más cerca, hasta el momento que la risa se escucho justo a la altura de la calle, por donde yo antes me había asomado para observar la calle, en cuanto mire hacia ese lugar, la risa cesó, y no volvió a escucharse en ningún otro lugar.

Respire aliviado porque ya habían pasado varios minutos y no se había vuelto a escuchar nada más, e incluso comenzaron a encenderse de nuevo las farolas de la calle, así que ya más tranquilo salí de aquel lugar para dirigirme a mi casa, pero después de unos pasos por la avenida las luces comenzaron a parpadear y la risa comenzó a escucharse a lo lejos, corrí aterrorizado, pensando que no quería volver a pasar por lo mismo, conseguí entrar a mi edificio, allí ya me encontraba seguro, o eso imaginaba, porque en cuanto me disponía a girarme para encender la luz de las escaleras para subir hasta mi piso allí se encontraba una sombra, de pequeño tamaño; no lo podía creer, no podía ser cierto, retrocedí hacia la pared sin perderla de vista, pero de repente una mano se posó en mi espalda; me quede paralizado, no podía moverme, notaba su respiración y como poco a poco su cara ascendía por mi espalda, mientras la figura de delante mío comenzó a reírse y a dar pequeños pasos hacia mi.

La cara de quien se encontraba tras de mi se acercó hacia mi oído, notaba el aire saliendo de su nariz y la figura delante mía se encontraba a unos centímetros de mi, pero por la oscuridad del portal no era capaz de distinguir nada; de repente observe como un halo de luz comenzó a recorrer el portal tras la figura, mi corazón se aceleró aún más, por fin vería a quien me había estado aterrorizando toda la noche. De repente, antes de que la luz de la luna llegara a la figura delante de mí la persona tras de mí comenzó a decir:

- A que esto,… si que da,… verdadero terror…- y ambas comenzaron a reírse al mismo tiempo, y cuando iba a ver la cara de la niña delante de mi… sonó el despertador.

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