jueves, 21 de junio de 2012

Postre

Hoy me han puesto el mejor ejemplo que podía escuchar, la diferencia en la forma de pensar de un niño con respecto a un adulto en base a una comida.
Para un adulto, la comida consta de un primero, un segundo y por último, si eso, un postre. Cada uno de los platos utiliza sus cubiertos correspondientes y sus normas a la hora de comer.
Para un niño, la comida tiene que ser preferentemente un postre, y si puede ser, ya. Da igual los primeros platos, lo importante es disfrutar de lo que te gusta, y eso es, el postre. No importan tampoco las normas ni la espera.

Pues ahora imaginaros por un momento a una persona cualquiera, que toda su vida ha pensado como un adulto, siguiendo y cumpliendo las normas. Ahora imaginaros que de repente el niño que todos tenemos decide que ya es hora de dar la cara, que basta de normas y primeros platos, que quiere el postre y lo quiere ya. Pero al mismo tiempo, el pensamiento adulto está ahí para dar el toque de lógica y razonamiento.

Intentad ver la lucha continua de esa persona y de como no es capaz de hacer lo que debe ni tampoco es capaz de disfrutar de hacer lo que quiere porque siempre tiene al lado opuesto haciéndole ver que no es correcto o no quiere hacer lo que está haciendo.

1 comentarios:

lebowski dijo...

¿Acaso no es eso la vida misma? La vida adulta claro... no hacer lo que realmente nos gustaría por convencionalismo, protocolo, qué dirán... Buen post :)