domingo, 18 de abril de 2010

Buscando

Miraba al infinito, viendo la multitud: gente disfrazada, algunos haciendo sus compras, otros buscando amigos nuevos, gente cantando y bailando.

Entre todos ellos, yo, pasando desapercibido entre todos, buscando mi sitio en aquel lugar; no me sentía incómodo, pero sabía que algo me faltaba, que algo fallaba en aquel cuadro que se dibujó ese día.

A mi alrededor sólo veía pasar personas, pero en el fondo me sentía como si estuviera completamente solo, como si la gente de mi alrededor fuera desapareciendo poco y lo único que me envolviera fuera la oscuridad.

En realidad, esa sensación no me es extraña, al contrario, me es muy familiar. Siempre que me encuentro rodeado de gente, aunque esté disfrutando de lo que estoy haciendo, mi mente me juega la mala pasada, haciendome pensar que nada de lo que estoy viviendo es real, y si lo es, que no durará siempre.

Y así es como recorrí toda la estancia, de tienda en tienda, viendo montones de cosas que me gustaría tener, pero en realidad nada de lo que veía estaba allí, solo yo y la oscuridad.
Cómo me habría gustado ver entre todas esas tinieblas una luz, alguien que me mostrara que el mundo es algo que merece la pena y una razón para despertar cada mañana ansiando un nuevo día, para dejar de vivirla sin ninguna gracia.

Querría encontrar a esa persona, que al mirarla a los ojos me sonriera con una sonrisa dulce que refleje amor y cariño, que me abrace y me haga sentir importante, aunque sea para ella, eso me daría las fuerzas suficientes para poder continuar.

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